“Influencer” es quizás uno de los términos más populares del momento. Aunque de origen inglés, es una palabra muy bien utilizada en países de habla hispana. Se refiere a aquellas personas cuyas opiniones, consejos o estilo de vida provocan actitudes o despiertan el gusto por un producto, marca, servicio o labor específica. 

En el ámbito empresarial, la manera natural en la que estos influenciadores se comunican con sus seguidores a través de las redes sociales se ha convertido en objeto de análisis. De hecho, hay estudios en los que se les cataloga como herramientas de marketing o métodos de publicidad, debido a que lo que publican, no sólo llega a un mayor número de personas, sino que es valorado casi de forma inmediata por medio de comentarios, likes o contenidos compartidos.

Ahora bien, ¿qué tan difícil puede ser convertirse en uno de estos líderes de opinión digitales?; ¿cómo serlo puede impulsar nuestros proyectos de negocio? Según María Isabel Contreras, de Mochilera por el Mundo; Alejandra Gil, de Aléjate con Ale; y las hermanas Crystal y Michele Jiménez, de Luna Colada, no es tan complicado. Pero, como todo en la vida, requiere de mucho esfuerzo, disciplina y constante dedicación. 

Pasión y autenticidad

Crystal y Michèle Jiménez, creadoras de @LunaColada

Para Crystal y Michele Jiménez, los “influencers” han existido desde antes que nacieran las redes sociales, pues a través de la sociedad siempre ha habido personas que causan efectos sobre otras. Es algo, a su juicio, que no se puede forzar, simplemente sucede.

“Cuando empezamos Luna Colada no lo vimos como una plataforma para ser influencer. En realidad, pensamos que no hay una forma de convertirse en uno y que este nunca debe ser el objetivo de alguien que esté empezando un proyecto”, enfatiza Crystal Jiménez, quien -junto a su hermana Michele- son la imagen detrás de Luna Colada, una cuenta a través de la cual comparten su estilo de vida, gustos, experiencias y vivencias siempre apegadas a la verdad y a la realidad de sus vivencias.

Las “coladas” -como mejor se les conoce- aseguran que, una vez se tienen objetivos claros, el siguiente paso debe ser el mantener la autenticidad y la pasión por compartir algo.

Fidelidad a lo que somos

Alejandra Gil creadora de @Alejateconale

Alejandra Gil piensa lo mismo. Aunque, dice no sentirse identificada ni con el término ni con el contenido de la mayoría de los influenciadores, porque el concepto en sí se ha mal utilizado. Entiende que cuando se ofrece un contenido original y creativo, de una manera íntegra y fiel a la identidad propia, es imposible no alcanzar el éxito.

A través de su cuenta, la joven comparte dos facetas. Por un lado, está la marca personal en la que se muestra como una mujer aventurera, segura y apasionada por la vida. Y, por otro, está Aléjate con Ale como una agencia que desarrolla experiencias únicas y transformadoras mientras enamora a los dominicanos de su país, llevándoles a conocer los rincones escondidos más hermosos.

Sobre la manera en que nació este proyecto, cuenta que fue de una forma no planificada. “Comenzó por mi pasión de conocer el país. Comencé viajando y documentando mis experiencias en lugares poco conocidos y subiéndolas en las redes sociales. Muchas personas me preguntaban cómo llegar a esos lugares; así que un día decidí rentar un bus y vender una excursión a una de las cascadas. Una excursión llevó a otra, y ahora contamos con 15 súper staff y tres excursiones a la semana”, expresa.

De las caídas, hay levantadas

María Isabel Contreras, creadora de @Mochileraporelmundo

Para María Isabel Contreras, quien emprendió con Mochilera por el Mundo, además de poner el corazón en nuestros sueños, hay que esforzarse y ser planificados. Su iniciativa surge en las aulas de una clase de manejo de redes sociales, mientras cursaba una maestría en Periodismo Digital en Madrid, España. Su propósito es motivar a las personas a enamorarse del mundo y viajar, no para posar frente a un monumento o atracción turística famosa, sino para conocer otras perspectivas de la vida.

En principio sólo fue eso: un proyecto universitario con el que quería emprender, pero para el cual no encontraba motivos para dedicarse a tiempo completo.

“No encontraba algo que me motivara a dejarlo todo y creer en lo que estaba haciendo, hasta que Mochilera por el Mundo se convirtió en mi refugio durante uno de los momentos más difíciles de mi vida. Hoy, no sólo es mi empresa, sino la mayor bendición que pude haber alcanzado en estos 31 años de vida”, cuenta emocionada, a la vez que motiva a los emprendedores a dejar las excusas, perder el miedo y lanzarse detrás de sus sueños.