Por Nicole Rizik de Umbra Academy
El ser humano es sumamente reactivo. En su mayoría, sólo vamos al doctor cuando algo malo nos pasa o sentimos que algo no anda bien. Algunos sólo vamos al mecánico cuando el carro se detuvo por completo, o a raíz de un accidente. Pero ¿Qué dirías si pudieses tomar una pastilla para prevenir visitas inesperadas al doctor? ¿Y si al llevar tu carro a mantenimiento cada cierto tiempo te daría 5 años más de vehículo? ¿Qué pasaría si te chequearas constantemente y pudieras detectar a tiempo un cáncer terminal? Si te ponen la oportunidad en frente ¿Cómo serías? ¿Reactivo o preventivo?
Puedo decirles que muchos emprendedores y empresarios prefieren la reactividad, aun cuando lo paliativo se encuentre en frente de sus narices. Siempre nos han enseñado que sin riesgos no hay éxito, que debemos arriesgarnos y no pensarlo mucho. Es como un positivismo tóxico que es implantado en la cabeza del emprendedor de que todo va a salir bien “sólo debes lanzarte”. Esta mentalidad se queda en el tiempo de evolución a empresario maduro, y puede que hasta le cause satisfacción tentar los límites. Y no digo que esto está mal, es parte de los negocios, es parte de la vida. No obstante, cuando cientos de empleos dependen de ti, cuando llevas una responsabilidad mayor en tus hombros, es más doloroso sufrir los riesgos.
Es por esto que, como abogada en ejercicio, me ha llamado mucho más el conectar con lo preventivo. Asistir y acompañar en la mitigación de riesgos me ha regalado una visión más amplia de los negocios, y cuando toca reaccionar -porque siempre toca-, podemos ver con mayor claridad las respuestas.
Las personas creen que cuando ven un abogado es que hay algún problema que resolver, pero nosotros podemos jugar un papel mucho más eficiente y hasta más bonito: acompañar a las empresas en la prevención y aportar a su mística empresarial y hasta en la mejora del clima laboral.
¿Cómo? Pues a través de auditorías regulatorias, estrategias, levantamiento de riesgos y desarrollo de planes de cumplimiento. Lo que me lleva a otra pregunta que quizás puedan tener:
¿Qué es un Plan de Cumplimiento (PDC)?
Un PDC no es más que “todos los esfuerzos tomados por un agente económico para asegurarse de que sus empleados tengan conocimiento y tomen los pasos requeridos para cumplir con las leyes y regulaciones”[1]. Los PDC pueden ser generales o focalizados en áreas como Competencia, Tributario, Lavado de Activos, entre otras áreas de interés. Pero lo que me gusta más de esta definición es que no sólo decimos que hay un plan, sino que se llevan a cabo todos los esfuerzos necesarios para su cumplimiento.
Un PDC en papel es muy pocas veces eficaz si no va a acompañado de otros esfuerzos e iniciativas internas. El aumento de la regulación económica, el desarrollo del comercio internacional, el crecimiento tecnológico exponencial y la introducción de sistemas anti-corrupción, anti-lavado, de competencia y de protección de datos alrededor del planeta, han sembrado la necesidad de estandarizar el cumplimiento de modo que las empresas -sin importar su tamaño- tengan un nivel de regulación interna que sea considerada confiable para entrar en negocios internacionales[2]. Es por esto que vemos que aunque en nuestro país hay muy poca cultura preventiva y de cumplimiento, son las multinacionales quizás las más preparadas en este sentido, ya que vienen con políticas de cumplimiento globales sobre temas que incluso puede que ni estén regulados en el país.
Ahora, ¿Es esto efectivo? Posiblemente no. A nivel mundial la mayoría de las empresas que han sido demandadas por temas de protección de datos y competencia son multinacionales, y puedo apostar que el 99% de ellas tenían planes de cumplimiento caros y robustos. ¿Por qué entonces están siendo investigadas? ¿No me dijiste, Nicole, que prevenir iba a evitar todo esto? Bueno, aquí es donde viene lo interesante: un plan de cumplimiento sin cumplimiento, es sólo un pedazo de papel y altas facturas de honorarios legales. A la empresa le debe, en primer lugar, interesarse en cumplir -lo cual debe incluso ser una prioridad- y, en segundo lugar, que sus empleados sientan eso como un verdadero eje de su mística comercial. Sin este factor sólo tenemos una píldora placebo, que de todas formas no evitará ninguna enfermedad.
Sobre Nicole Rizik
Es egresada ‘cum laude’ de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) de Santo Domingo y LLM en Derecho de la Competencia en Kings College of London. Experta en Derecho de la Competencia, Cumplimiento Regulatorio, Derecho de los Negocios, Derechos de los Consumidores, Contratos y Fusiones y Adquisiciones. Docente y coordinadora de diplomados y fundadora de Umbra Strategy Consulting (@umbrastrategy) y Umbra Academy.
Sobre Umbra Strategy Consulting y Umbra Academy
Es una firma boutique de consultores especializados en múltiples áreas regulatorias, relacionamiento y asuntos públicos que tiene como fin brindar un servicio personalizado preventivo y reactivo, abarcando un blindaje de 360 grados en la seguridad jurídica y reputacional de los clientes con los que trabajan.
El equipo de UMBRA está liderado por sus socias, Nicole Rizik y Vera Lucía Crespo, dos profesionales que combinan –de forma perfecta- la juventud, la preparación y la experiencias. Ambas se acompañan de otros talentos graduados de las mejores universidades del mundo y con amplia experiencia en derecho de la competencia, derecho ambiental y energético, relaciones públicas, derecho de los negocios, regulación económica, protección al consumidor, datos personales y comercio digital.
Fuente: [1] Frübing, S., & Hüschelrath, K. (2016). Chapter 2: Competiton Law Compliance Programmes: a Law and Economics Perspective. In J. Paha, Competition Law Compliance Programmes: An Interdisciplinary Approach (p. 10). Gieben: Justus-Liebig-University. [2] International Chamber of Commerce. (2020, Abril 28). ICC Antitrust Compliance Toolkit. Obtenido de la página International Chamber of Commerce (p. 4)