Según expertos en salud mental, las emociones son muy importantes, pues permiten “el ejercicio de la razón”. Hay estudios que indican que el éxito de las personas se atribuye: un 23% a sus capacidades intelectuales y un 77% a sus aptitudes emocionales. De ahí, la importancia de desarrollar la inteligencia emocional.

El término de inteligencia emocional fue acuñado en 1990 por dos psicólogos norteamericanos, Peter Salovey y John Mayer, aunque quien lo popularizó fue el psicólogo y escritor Daniel Goleman en su libro Emotional Intelligenge (1995). Su tesis se podría resumir en que para predecir el éxito de una persona, antes que conocer cuál es su Coeficiente Intelectual (CI), deberíamos saber las cualidades de la mente que denominamos “carácter”.

Seguramente, en más de una oportunidad, todos nos hemos preguntado que nos lleva -independientemente de nuestra cultura o historia personal- a reaccionar de una u otra forma frente a los problemas o desafíos. ¿Por qué hay personas más capaces que otras de afrontar contratiempos y superar obstáculos? La respuesta es simple… Por la inteligencia emocional, que es “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones, incluso en situaciones adversas”. 

La inteligencia emocional tiene que ver directamente con la capacidad de relacionarnos con las personas y con nosotros, por lo que existen habilidades que nos ayudan en esta tarea, como el liderazgo, el autocontrol, la autoconsciencia, la motivación, las habilidades sociales, la empatía, la capacidad de cultivar las relaciones y mantener las amistades, la capacidad de resolver conflictos y la destreza en el análisis social.

Esto nos ayuda a auto motivarnos, perseverando en el logro de nuestros objetivos y afrontando las adversidades que surjan en el camino. Podremos además  controlar los impulsos y regular nuestros propios estados de ánimo, evitando que interfieran en nuestra perspectiva.

Inteligencia emocional y crisis

El psicólogo norteamericano Hendrie Weisinger  expresó, en una ocasión, que “la inteligencia emocional es útil en tiempos de bonanza, imprescindible en tiempos de crisis”… En las crisis, es importante conocer, comprender, controlar y expresar nuestras emociones de manera asertiva y productiva. La tensión que producen los momentos difíciles puede contribuir a que nos desbordemos. Es por esta razón que debemos de aprender a lidiar con distintas emociones, algunas de ellas complejas, las cuales necesitan identificarse y manejarse para evitar que ejerzan una influencia negativa.

En algunas ocasiones, somos poco conscientes de las oportunidades que las crisis pudieran ofrecer. Obviamente, es complicado, y además entran en juego muchas variables de carácter personal, como nuestra capacidad de adaptación, flexibilidad, superación…  Para algunos, basta con escuchar las noticias, entrar a las redes sociales u oír los comentarios de otras personas para sentirse deprimidos, con miedos y sin esperanzas. A la larga, este estado podría ocasionar cuadros emocionales que afecten su productividad y bienestar.

¿Qué tan inteligente eres?

Una persona inteligente emocionalmente es aquella que preserva su paz a pesar de las frustraciones; sabe cómo regular sus estados de ánimo y controlar sus impulsos. Estas son las características que un buen líder debe tener para poder transmitir confianza y contribuir a la inteligencia emocional de su equipo.

Según el estudio “Felicidad y Lealtad en el Trabajo”, realizado por la consultora Kelly Services, el 45% de los encuestados aseguró que el ambiente laboral es uno de los principales factores que interviene en su desempeño. Por esto, es trascendental que, en momentos de incertidumbre, los directivos tengan un discurso unido para ofrecer estabilidad a  los empleados.

Motivación y empatía

La motivación, que es la determinación de luchar por unos objetivos, brinda un ejemplo de energía y perseverancia. Mientras, la empatía, que no es otra cosa que ponerse en los zapatos del otro para entender sus necesidades, miedos y opiniones, hace que podamos conectarnos.

La inteligencia emocional, en momentos de crisis, nos ayuda a mantener una estrecha comunicación con todos los que forman parte del equipo para conocer sus sentimientos, y hacerles sentir que nos identificamos con sus problemas y que no están solos.

También, todo líder debe tener habilidades sociales que le ayuden a establecer buenas relaciones gracias a la comunicación efectiva, la cual le permitirá llegar a acuerdos, y a la humildad para reconocer que no siempre se tiene la razón.

¿Cómo ejercitar la inteligencia emocional?

Para ser inteligentes emocionalmente, primero, debemos hacer una evaluación personal. A continuación, algunos consejos:

  • Observa e identifica las emociones.- Ante una situación, observa lo que piensas, lo que sientes y ponle nombre. Es el primer acercamiento hacia la inteligencia emocional. Percibimos emociones y comprendemos que algo nos ocurre. Una persona con su inteligencia emocional muy desarrollada puede reconocerlas más allá del lenguaje verbal o el estado anímico evidente,como el llanto o la risa. Cuando nuestra inteligencia emocional está activa somos capaces de distinguir y percibir emociones en gestos pequeños y sutiles, como el lenguaje corporal o las expresiones del rostro.
  • Razona con las emociones.- Cuando la mente y el pensamiento trabajan juntos para detectar aquello que requiere de nuestra atención, todo es más sencillo; por ende, podemos reaccionar de una manera emocionalmente inteligente. En ocasiones, la emoción carga con el peso de estar relacionada con la pena, la tristeza o el llanto. Nadie quiere que esto se convierta en un modelo de respuesta.
  • Comprende las emociones.- Probablemente este sea el aspecto más difícil. Comprender las emociones propias y las ajenasrequiere de un profundo conocimiento personal y de un amplio grado de empatía. Cuando las emociones se exteriorizan, ya sea la ira, la alegría o la tristeza, existe detrás un proceso que tenemos que descifrar. Un ejemplo claro es el enfado; ¿cuántas veces estallamos con la persona menos indicada? En muchas ocasiones, la ira nos hace reaccionar ante detalles insignificantes, es una forma de canalizar la frustración o el miedo sin aplicar la inteligencia emocional. 
  • Gestiona las emociones.- ¿Qué hacemos con las emociones una vez que las detectamos y las tenemos presentes? Pues, las gestionamos. Se trata de la capacidad personal para administrar -de manera eficaz- las emociones, manteniendo cierto control sobre ellas. Piensa si, ante la situación o circunstancia, te hubiese gustado reaccionar de una manera diferente. Decídete por la manera en que quisieras reaccionar la siguiente vez.

Sabías que…

Las personas con una inteligencia emocional alta tienen la capacidad de gestionar sus emociones y autorregularlas. Esto las convierte en personas flexibles, con capacidad para adaptarse a los cambios, y optimistas. Suelen ser muy resilientes, pues saben desenvolverse ante los conflictos y disuadirlos.

En momentos complicados o estresantes, las emociones que surgen a priori son generalmente negativas, como -por ejemplo- ansiedad, miedo, culpa, pesimismo, desesperación, nerviosismo y enfado. Y, todas ellas, se reflejan en tres niveles: 

  1. Físico, se manifiesta tal vez con sudoración, palpitaciones, dolor de cabeza, malestar estomacal…
  2. Pensamientos, son aquellas ideas que van unidas a una emoción. Por ejemplo, “mi vida es un desastre”, “en mi trabajo no me comprende nadie”…
  3. Conducta, es el producto de nuestras emociones, siendo este nivel el más evidente; por ejemplo, evitar una reunión familiar, insultar a alguien…

¡Algunas soluciones!

  1. Para reducir el malestar a nivel físico, tenemos que realizar actividades que nos lleven a relajarnos en función de nuestras preferencias o gustos. Una buena manera es realizar un deporte  o simplemente unos ejercicios de relajación que nos ayuden a controlar nuestra respiración.
  2. Una buena estrategia que ayuda a controlar nuestras ideas es la parada de pensamiento, y -para ello- tenemos que darnos cuenta de que estamos continuamente dándole vueltas a una misma idea y que esta no es racional. Además, cuanto más tiempo rumiamos en ese pensamiento, mayor malestar nos produce. Por esta razón, una técnica eficaz es que en ese preciso instante que seamos conscientes de que nos invaden ideas negativas, debemos introducir una frase o palabra que nos ayude a detener ese círculo de pensamiento. Así, pensaremos más racionalmente.