El sólo hecho de que una persona alcance obtener una licenciatura con honores, es un logro de superación que merece reconocimiento y admiración. Pero si esa persona, a pesar de tener una condición que le limita físicamente, logra tal conquis­ta, el hecho se magnifica a tal punto que se le considera una proeza que sirve como ejemplo de constancia y disciplina; ese es el caso de Rocío Melo Pelletier.

El 16 de diciembre de 1983, Precio Melo Mancebo y Lourdes Pelletier recibieron una bendición al convertirse en padres. El milagro de la vida fue recibido con entusiasmo y júbilo, lleno de expectativas y esperanzas. Sin embargo, quiso el destino introducir infortunio a la familia. Apenas dos días luego de su naci­miento, la niña experimentó una alteración en el nivel de bilirrubina, lo que provocó una alteración en su cerebro conocida como Ictericia. Este trastorno afectó ciertos filtros del cerebro de la recién nacida, ocasionándole un tipo de parálisis cerebral infantil, conocida como Atetosis, una condición que perjudicaría el normal desarrollo de su sistema motor.

“La noticia tuvo un impacto en la familia y desde entonces comenzamos una labor que re­quirió mucho esfuerzo, sacrificios y años de dedicación de mi esposo, de Rocío y de mí”, ex­plicó Lourdes Pelletier, madre de la dinámica joven.

Un primer paso fue buscar asistencia en la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR), donde la familia obtuvo el apoyo y la asesoría nece­saria para la debida atención. De manera que su infancia estuvo colmada de terapias físicas ocupacionales y de lenguaje, entre otras.

Afrontando las adver­sidades, a la edad de tres años, comenzó sus estudios en la Escuela de Educación Especial Dr. Jordi Brossa, una dependencia del ADR. “Fueron días muy duros” relata Pelletier, al tiempo que afirmó: “Solo cuando se está firme en la fe, se logran resultados”. Cuatro años más tarde, empezó en el colegio especializado Kairos, donde cursó desde el primer año de educación básica hasta el segundo año de educación media. Completó sus estudios superiores en el colegio San Miguel Arcángel, un logro que ya advertía el temple comba­tiente de la joven.

El próximo paso en la vida de Rocío Melo fue visto como una ilusión con pocas posibilidades de éxito. Pero la firme convicción de seguir en su formación profesional, la llevó a ingresar a la Universidad del Caribe, donde contra todo pronóstico, obtuvo el grado de Licenciada en Educación, mención Ciencias Sociales, un laurel que consiguió con hono­res Cum Laude. Sin embargo, la persistente Rocío no detuvo su educación en este punto, y para complementar su for­mación profesional, realizo dos diplomados en el Instituto de Servicios Psicosociales y Educativos (ISPE), obteniendo la distinción en terapia del lenguaje y educación espe­cial mención retraso mental, herramientas que vinieron a complementar su capacita­ción pedagógica, configu­rándose en un vivo ejemplo de perseverancia, firmeza y aplicación, mostrándole al mun­do que a pesar de su limitaci[on física, no existen obstáculos que impidan alcanzar las metas.

Puedes ampliar esta información en la edición 25 de la Revista Emprendedores.