El primer alcalde independiente de la ciudad de Bogotá y ex candidato presidencial de Colombia es poco convencional; no es amoldado a los patrones establecidos de la Educación o la Política. Algunos pensarían incluso que es un “genio incomprendido”…

Ciertamente, no es un político común: tímido e individualista, pero muy astuto, solidario, amante de la justicia, defensor de la vida y extremadamente inteligente. No teme expresar sus emociones en público; inclusive, llorar. Sus ideas son -en algunas ocasiones- tan abstractas que no todos las entienden… Ese es el político, el profesor de filosofía y el matemático Antanas Mockus. 

A Mockus siempre le ha gustado expresarse más allá de las palabras a través de simbolismos y técnicas de aprendizaje social. Pero, a pesar de no ser un político convencional, es un político efectivo. Su pasión es crear cultura ciudadana y transformar –con métodos pedagógicos- los comportamientos dañinos que hacen que las sociedades retrocedan. Así lo demostró en 1995 cuando ganó la Alcaldía de Bogotá, una ciudad que en ese entonces era muy violenta y corrupta, y logró cambios sociales que se reflejaron en indicadores concretos: más seguridad, más tolerancia, más ingresos para la ciudad y un tránsito más sostenible.

Nunca utilizó la violencia como solución a los graves problemas de seguridad de la ciudad. “A mí no me da miedo aplicar la autoridad para hacer cumplir la ley. Pero, la autoridad hay que aplicarla basada en la pedagogía, más que en la fuerza, porque eso es lo que la hace legítima”, expresó Mockus, en una ocasión. El filósofo matemático abogó siempre por campañas didácticas que cambiaron toda la atmosfera de caos que existía. Por ejemplo, para enfrentar la violencia, unas 45 mil personas participaron en una de sus iniciativas, la cual consistía en desahogar sus rabias y frustraciones contra un globo en el que se pintaba la cara de la persona que les había herido. Claro, los actos simbólicos por sí mismos, no funcionan… A estos, se unieron otras políticas, adoptadas con los consejos de seguridad del país. Además, aumentó la inversión de recursos en la policía municipal.

Los diarios colombianos registran que cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) lo amenazaron de muerte -en su primera gestión municipal- no respondió con el fortalecimiento de su esquema de seguridad (carros blindados, chalecos o escoltas), sino que simplemente mandó a realizar un chaleco blanco con un hueco en forma de corazón en su respectivo lugar. De esta manera, se hacía vulnerable a que lo hirieran en ese órgano vital. Con esto, no sólo demostraba su valentía, sino “lo absurdo que era atacar a una persona que se negaba en defenderse”. “O te vuelves absolutamente vulnerable frente al violento de tal forma que lo obligas a justificarse, o habiendo asumido de entrada tu muerte, te declaras abiertamente inmortal”, dijo Mockus en ese momento, según relata el libro “No Somos Machos, pero Somos Muchos”.

Pero, los retos no concluyeron ahí… Durante su segunda administración (2001-2003) también enfrentó grandes desafíos. Bogotá prácticamente estaba sitiada por la guerrilla y ocurrieron varios ataques terroristas en la ciudad. Ante esto, adoptó varias medidas ciudadanas que evitaron más atentados y muertes.

Además del terrorismo, otro problema que enfrentó durante su gestión fue el tránsito. En ese tiempo, Mockus tomó una medida arriesgada: despidió a 3 mil 200 oficiales y colocó mimos que dirigían a los conductores. Los mimos no ponían multas, sino que se burlaban de lo que transgredían las leyes. El alcalde pensaba que los colombianos le tenían más miedo al ridículo que al castigo. Pese a la incredulidad general del principio, el ejercicio funcionó: las muertes por accidentes de tránsito se redujeron a la mitad. De igual manera, repartió tarjetas, verdes y rojas, para que los ciudadanos evaluaran los comportamientos de los demás. ¡Ese es Antanas Mockus!

Es un hecho que se ha ganado la alta estima y respeto de la ciudadanía, a pesar de que algunos lo consideran un “excéntrico político”. Muchos lo llaman de hecho “Profesor”, en forma de reverencia por sus dos gestiones municipales exitosas. Hoy por hoy, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, y otros alcaldes de varias ciudades del mundo desean aprender de sus métodos y le piden asesoría.


“Construir sobre lo construido. Reconocer lo que está bien hecho, y usarlo como cimiento para lo que viene”- Antanas Mockus, filosofo, matemático y político colombiano.

En sí, Mockus contribuyó a que los habitantes respetaran las normas de la ciudad;  lo interesante de este logro fue que lo llevó a cabo a través de ingeniosas acciones lejos de la represión o las campañas tradicionales.

Un visionario

En la actualidad, Antanas Mockus es el presidente y fundador de la Corporación Visionarios por Colombia (Corpovisionarios), un centro de pensamiento y acción -sin fines de lucro- que investiga, asesora, diseña y ejecuta acciones para lograr cambios voluntarios de comportamientos sociales.

Con un enfoque interdisciplinario, este centro realiza investigaciones sobre problemas de política pública, así como planifica estrategias de intervención para fomentar la cultura. Se definen como “anfibios culturales que habitan entre dos mundos: la investigación y la acción, la estadística y el arte, la filosofía y el diseño, la academia y la gestión pública”.

“Creemos en la capacidad de los seres humanos para cambiar y mejorar sus comportamientos de manera voluntaria; por eso, llevamos cerca de dos décadas consolidando el enfoque de cultura ciudadana, el cual parte de la premisa de que gran parte de los retos o problemas de las ciudades u organizaciones pueden solucionarse a través de la transformación voluntaria de los comportamientos de los individuos, de los ciudadanos”, expresa Corpovisionarios en sus lineamientos.

La experiencia de cultura ciudadana en Bogotá en las alcaldías de Antanas Mockus es el punto de partida del enfoque de Corpovisionarios. Desde 2006, la institución difunde esta visión en  cerca de 50 ciudades de Colombia y 15 ciudades de América y Europa. Mockus piensa que el fomento de la comunicación ciudadano-ciudadano, es decir el debate público, familiar o entre desconocidos ayuda a fortalecer la regulación cultural y moral.